Por Mónica Asenjo y Enrique Sancho
Perdidas en mitad del Pacífico se encuentran las Islas de Tahití, un conjunto de unas 118 islas formalmente conocidas como la Polinesia Francesa, repartidas en cinco archipiélagos: Tuamotu, Marquesas, Gambier, Austral e Islas de Sociedad, en este último es donde se encuentran las más conocidas y visitadas con Bora Bora, Moorea y la propia Tahití como máximo exponente. Destinos perfectos para pasar unas vacaciones y una luna de miel inolvidable.
Un viaje a Polinesia Francesa suele combinar la estancia entre al menos 3 ó 4 islas, teniendo así oportunidad de conocer los diversos paisajes y peculiaridades que se convierten en la carta de presentación de cada una de ellas.
Durante el viaje los visitantes consiguen aprender los matices de cada región, determinados en su mayoría por factores endémicos, pero también por los diversos acontecimientos históricos y los residentes como Gauguin o Marlon Brando que a lo largo de los años han pasado por la Polinesia.
Más allá de las diferencias, existe gran valor en apreciar aquello que les une como la marcada influencia francesa que se deja sentir especialmente en platos regionales tan característicos como el Poison Cru. También la arraigada cultura ma’ohi, que determina el carácter y sentir del corazón polinesio y queda magistralmente expresado a través de la música y las espectaculares danzas tradicionales.
Pero si hay algo intrínseco al corazón polinesio es el ‘Maná’ una fuerza cósmica, presente en todos los aspectos de la vida, que simplemente envuelve y rodea todo.
Todo viaje que se precie a Polinesia Francesa exige una parada obligada en Bora Bora, la más famosa y espectacular de las islas gracias a su perfil volcánico reconocible incluso desde el aire.
Además, la gran laguna de distintas tonalidades turquesa será el centro de tus días y también de las noches, para quienes se alojen en uno de los bungalows sobre el agua que ofrecen los diferentes hoteles. No obstante, dado el largo viaje para llegar hasta Tahití, merece la pena aprovechar los bonos de vuelos domésticos que ofrece la aerolínea local, Air Tahití, para visitar la popular Moorea a tan sólo 30 kilómetros de Tahití u otras opciones algo más retiradas, pero con gran personalidad.
Destaca la enigmática isla de Taha’a también conocida como la isla de la vainilla o Fakarava el segundo atolón más grande del país donde disfrutar de interesantes expediciones submarinas. Para los públicos más selectos, Tetiaroa la isla inhabitada con su exclusivo resort ‘The Brando’ se han convertido en una opción indispensable.
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